No siempre las historias de éxito tienen que empezar con grandes
números o éxitos desorbitados para que finalmente se conviertan en algo
realmente genial. Evan Henshaw-Plath, co-creador de Twitter, ha
explicado en EmTechSpain que la plataforma de microblogging nació de un
rotundo fracaso.
En un momento de alto paro, varios amigos pusieron en marcha un
proyecto para reinventar la radio clásica y crear una plataforma de
radio por Internet, de podcasting. Trabajaron 16 horas al día y 7 días a
la semana, y así nació Odeo.com. Y aunque las críticas fueron muy
buenas, y los inversores optimistas, los usuarios no llegaban y,
finalmente Apple integró el software iTunes para oír la radio. Luego,
tras una hackertón (reunión de programadores y diseñsdores para generar
ideas y prototipos), el proyecto del microblogging empezó a tomar forma.
Al principio era bastante diferente a la red social que hoy
conocemos. “Para empezar no tenía vocales”, comenta con cierta ironía
Henshaw-Plath. Aquel Twttr era una especie de “acosador de amigos”, que
estaba pensada para enviar mensajes cortos a todas horas y de cualquier
cosa. Se usaba solo vía teléfono móvil – de ahí la limitación de 140
caracteres, que venía dada por el tamaño de los sms- y era de pago.
Tenía pocos usuarios, pero eran muy fanáticos y lo usaban a todas horas.
Los inversores consideraron que la idea era una “estupidez” y se
retiraron, pero “un miembro del equipo llamado Evan Williams, que tuvo
la suerte de vender años antes a Google su primera empresa (en realidad,
como cualquier emprendedor, su primera empresa no fracasada, que quizás
fue la quinta), decidió comprar la plataforma por 3 millones de
dólares” aclara Heshaw-Plath. Como la idea gustaba mucho entre los
informáticos, se creó un sistema interno para usarlo en ordenadores y
poder chatear entre programadores.
Luego le agregaron las vocales y al final nació Twitter, que a partir
de un conocido festival de música en EE UU empezó a tener un uso
masivo, dejó la etiqueta de fracaso y se transformó en éxito. En total, 3
años de trabajo, prototipos tirados, cambios de rumbo, etcétera. “La
gran idea inicial raramente existe”, concluye el narrador de esta
historia.
Lo que se aprende de la historia de Twitter, según Henshaw-Plath, es
que “del fracaso se aprende; se aprende a innovar descartando ideas que
no funcionarían, tirando prototipos, equivocándose…”
0 comentarios :
Publicar un comentario