El fallecido estaba convencido de que enterrarse le daría buena suerte, además de demostrar su resistencia, de acuerdo a lo que ha contado su amigo. Sin embargo la realidad fue otra.
La víctima cavó un agujero en su jardín en la ciudad oriental de Blagoveshchensk y creó un improvisado ataúd con tubos para el aire. Se metió dentro con un móvil y una botella de agua que de poco le sirvieron.
Su amigo lo cubrió con 20 centímetros de tierra y la prueba comenzó. Pero esa noche tuvo tan mala suerte que llovió torrencialmente por lo que con toda probabilidad se obstruyeron los precarios conductos a través de los que respiraba.
Esta es la hipótesis que baraja la policía, según las declaraciones del oficial Alexei Lubinsky, encargado del caso. El fallecido era padre de un niño pequeño.
El verano pasado, un hombre en la región de Vologda, al norte-oeste convenció a su amigo que lo enterraran vivo para superar su miedo a la muerte. Fue encontrado sin vida una hora y media más tarde, al morir aplastado por el peso de la tierra.
Una desafortunada locura lo que intento ese hombre. Una pena.
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